"Eso sí que tiene mérito, más que lo que hacía Picasso" comenta alguien a mi lado, esta mañana. Estamos en la exposición de Madrid sobre Escher. Muchos lo piensan, pero temo que Maurits Cornelius Escher, grabadista flamenco, es menos conocido que el cubista. Malos tiempos para la estructura y el denostado intelecto, hoy donde prima más el vaporoso y superficial "carácter personal" de "famosos", que el análisis y el minucioso trabajo, pues Escher siempre permaneció y permanece aislado del "mainstream", como en un rincón paralelo ... Esto es una simple reflexión sobre las miradas y las referencias ¿A quién admiramos hoy en día? ¿Qué dicen de nosotros mismos aquellos a quienes admiramos? ¿Qué es lo mejor que se puede aportar? ¿Qué buscamos tú y yo en este caótico, irracional, desestructurado y loco mundo, amigo? ¿Ún matemático refugio, o algo más?
No lo sé. Tal vez la forma pura. Tal vez estructuras en la niebla. ("Las cosas que quiero expresar son tan exquisitas y puras") Cuando pienso en los sólidos platónicos de Kepler, a menudo me acuerdo también de Escher. Admiro a quienes construyen sus burbujas intelectuales para luego hacerlas estallar como pompas de jabón. "Mi trabajo es un juego, un juego muy serio", decía. Juego con el que, de tenerla, continuaría aún toda otra vida, según afirmó en una ocasión.
"Mis pajarillos, pequeños peces y ranas no pueden ser descritos: todos lo que ellos piden es que se piense a través de ellos, en un modo de pensamiento que he encontrado en pocas personas. Es una pequeña filosofía que no tiene que ver con la literatura, el placer de crear formas y darles sentido, a cada parte del plano. Tiene que ver mucho más con la música que con la literatura"
Tal vez Escher fue un neoplatónico, que pensaba, como Kepler, que la geometría es el arquetipo de la belleza en el mundo. Yo lo veo también como un meditador gráfico que habita las esferas, un buscador de formas, un amante de estructuras y universos imaginarios, pero a la vez un hacedor de sentido. Las citas que acompañan la exposición nos muestran, también, a un Escher emotivo, visionario, conmovedor, que salta los límites, no sólo de la gravedad, y nos acerca al infinito.
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